El Palacio omeya de Amman. III Investigación arqueológica y restauración 1989-1997

Autores: Antonio Almagro Gorbea, Pedro Jiménez Castillo, Julio Navarro Palazón

Publicación: El Palacio omeya de Amman, ISBN 84-00-07979-5, Nº III, 2000, pags. 358


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Resumen:

Libro completo. Este volumen perteneciente a la serie monográfica dedicada al conjunto arquitectónico omeya de la Ciudadela de Amman recoge las últimas investigaciones realizadas en este yacimiento.
Situado en la ciudadela, terraza natural que domina la ciudad de Ammán, este complejo áulico fue edificado durante la primera mitad del siglo VIII en la capital de la rica región de la Balqa (en el norte de la actual Jordania). El palacio, de eminente carácter urbano, servía seguramente a un tiempo de residencia del emir o del gobernador y de sede del gobierno y se convirtió en el precedente de numerosos palacios posteriores, desde las construcciones abasíes de Bagdad y Samarra a las de la vida califal de Medina Azahara. Frente al palacio, se alzaba una mezquita; los elementos de ésta que se han conservado están en consonancia con la fachada de la única sala del palacio que ha perdurado hasta nuestros días.
Por su organización tripartita, su muralla de fortificación y la disposición de sus dependencias residenciales, este complejo se inscribe en la línea de los «castillos del desierto», tales como Qasr (castillo, palacio) al-Mushatta o Qasr al-Ukhaydir, algo posteriores, o como Qasr al-Jarana.
Con todo, se distingue de éstos por su planta irregular, debida al hecho de que esta ciudad áulica se levantó sobre restos de un antiguo templo romano. El aprovechamiento de cimientos anteriores era muy frecuente en los inicios del islam, como atestigua la Gran Mezquita de Damasco; de forma general, el empleo de materiales antiguos, como bloques de piedra o columnas, era una práctica corriente en la época medieval, tanto en los edificios islámicos (Gran Mezquita de Córdoba), como en los castillos o las iglesias occidentales.
Además, el palacio de Ammán se diferencia de la mayoría de los «castillos del desierto» por el patente influjo que la cultura irania ejerció en él, plasmado en particular en la existencia de dos salas cruciformes ‑de las cuales sólo una se ha conservado hasta la actualidad‑ rematadas con cúpula y precedidas de sendos iwan. Situadas a la entrada y en el extremo norte del área palatina, estas salas sirvieron sin duda de diwan-i Amm y de diwan-i Khass respectivamente, es decir, de sala de audiencias públicas y de sala de audiencias privadas. El palacio de Lashkari Bazar, del siglo XI-XII, aunque ubicado en Afganistán, ofrece una disposición casi idéntica, y algunas de sus características recuerdan las de los «castillos del desierto». Y es que el esquema que asociaba una sala rematada con cúpula a un iwan –esquema existente ya en la época sasánida, como lo prueban los restos del palacio de Bishapur‑ se utilizaba con frecuencia en la arquitectura irania, tanto religiosa como civil.
En la sala cruciforme aún en pie, la influencia irania se refleja asimismo en el empleo de bóvedas de cañón y de cúpulas sobre trompas. Algunos aspectos de la decoración de estuco, como las pequeñas columnas sin base y los arcos decorados con dientes de sierra, pueden observarse también en Qasr al-Jarana, un pequeño edificio coetáneo, donde destacan numerosos elementos de inspiración irania. Por el contrario, los elementos vegetales (entrelazados, palmetas, rosetas) dispuestos alrededor de un tronco de árbol o en composiciones geométricas corresponden al tipo de decoración siria de la época. Y así, por ejemplo, una celosía calada de estuco del Qasr al-Hayr al-Gharbi presenta motivos muy parecidos, que ya pueden encontrarse en los mosaicos de la mezquita de la Cúpula de la Roca (Jerusalén).
La utilización de mampostería de piedra constituye también una característica de la región, y los mosaicos de piedra de la parte privada, con motivos geométricos probablemente similares a los del palacio al-Qastal (Jordania), prueban que los arquitectos no eran ajenos a algunas técnicas romanas y bizantinas. A. Northedge estima que se trataba de constructores versados en las técnicas de la región, a los que los contratantes pidieron una arquitectura de estilo iranizante.
Por la fusión que realiza entre las tradiciones occidental y oriental, el palacio de Ammán es un referente histórico de la nueva distribución de los motivos decorativos y las técnicas de construcción entre el Este y el Oeste.